CRÓNICA 

Confusión de lenguas en Isla Mujeres

En el mulle de Puerto Juárez, que pertenece a la Administración Portuaria Integral de Quintana Roo (Apiqroo), concesionado a la empresa Ultramar, me encontré con una confusión de lenguas, por obvias razones, solo entendía las habladas en español; pero ahí estaban japoneses, ingleses, alemanes, franceses y hasta chinos; sin embargo, todos coincidíamos en nuestro destino: Isla Mujeres.


Próxima salida 12:00 horas, marcaba el reloj frente a la fila de abordaje del muelle en Puerto Juárez, de la empresa naviera Ultramar, para los extranjeros también dice “nex departure”.
Veinte minutos antes que marquen las 12, una empleada de la naviera nos indica, “pasen por acá con su boleto en mano”.
Me sumo a la fila que abordará el Ferry para ir a Isla Mujeres.
Pienso en las casi 450 personas que puede llevar el monumental barco de cuatro niveles pintado de amarillo con azul y líneas turquesa.
Locales, nacionales y extranjeros se mezclan en una especie de fila serpenteada, después de pasar el control del boletaje, que a diferencia de unos años atrás, ahora se realiza por medio de un código de barras, información que va directamente a la oficina central para llevar el control de cuántas personas cruzan a Isla Mujeres en ese horario.
Observo que quizá un 90 por ciento de los ahí presentes, tienen el celular en la mano, unos para consultar sus redes, otros para tomarse selfis, unos más para fotos panorámicas; sin embargo, yo hago un repaso en mi mente sobre la cantidad promedio de turistas que arriban durante todo el año a la Isla Mujeres, ‘es arriba del 75 por ciento, tienen alto poder adquisitivo, pues un solo visitante puede gastar 120 dólares (2 mil 400 pesos)’ por día.


Sin embargo, Isla Mujeres cerró el 2024 con una ocupación hotelera general del 92 por ciento, gracias a que miles de turistas recibieron el 2025 en la gran celebración de Año Nuevo que organizó el Gobierno que encabeza la alcaldesa Atenea Gómez Ricalde.
De acuerdo con las cifras proporcionadas por la Dirección General de Desarrollo Económico y Turismo, el pasado martes 31 de enero, se registró una ocupación hotelera del 90 por ciento en la Isla y un 93 por ciento en Costa Mujeres, siendo el promedio un 92 por ciento.
– ¡Avance por favor!, me dice un turista con acento sudamericano, al verme absorto en mis pensamientos.
Automáticamente me muevo unos pasos, porque todavía no es el abordaje, sino el reacomodo de las personas que están por delante.
Familias enteras hacen fila, mi oído percibe el murmullo de la plática de quienes hablan español, a diferencia de otras conversaciones en idioma extranjeros: inglés, coreano o quizá chino o japonés, alemán; un poco más allá confundo el francés con el italiano.
Son las 11:45 cuando logro ‘compactarme’ a la serpenteada fila. Después de pasar el filtro del boletaje y escuchar a la empleada de Ultramar decir:
-Fila tres. No entiendo, pues solo veo una. Aunque luego quien me precede me explica que los residentes de Isla Mujeres, así como los pasajeros VIP, ocupan las primeras dos filas.
-Gracias por la explicación. Yo pensé que por ser residente quintanarroense tenía también el privilegio de los de Isla; expreso de botepronto con ironía.
-No señor, me dice mi interlocutor. Eso no es así, el privilegio solo aplica a los isleños, a quienes no les cobran Derecho de Saneamiento.
Efectivamente, no veo cobro por Derecho de Saneamiento en mi boleto que es de 32.57; a diferencia de las navieras que cruzan de Playa del Carmen a Cozumel y viceversa, que si lo aplican, aunque seas quintanarroense.
Por fin, diez minutos antes de las 12:00 horas; otro empleado de la empresa naviera abre el listón que impide el acceso, para dar la bienvenida a los viajeros. Otro más, tiene en la mano un contador automático, lo que le permite llevar el control del número de pasajeros, pues el barco tiene capacidad para 450 personas.
Personas y personitas avanzan al interior del barco en una especie de masa que tiene decenas de pies, la primera en abarrotarse es la parte superior de la nave, pues desde ahí puede observarse la travesía, la costa, mar azul turquesa, que con la luz solar del medio día y cielo despejado, el paisaje es de ensueño.
Yo, prefiero la parte de abajo, la climatizada, para poder trabajar un poco en mi móvil, aunque pertenezco a la generación “X”, me adapté a las nuevas tecnologías de la información. De las cien personas en el interior, ninguno conocido, pocos hablantes de español y aún más, pocos locales.
La travesía duró 25 minutos. En el nivel tres y cuatro, los pasajeros disfrutaron de música viva, pues desde hace décadas, un cantante local ameniza el recorrido, solo después para por los lugares para solicitar la respectiva propina; durante el día, entre dólares, euros y pesos, sus ganancias pueden ser de 2 mil 500 a 5 mil pesos.
El Ferry ‘pega’ en el muelle de Isla Mujeres, también de la Apiqroo. Hay gente que se pone de pie antes de que el barco pegue, la mayoría es local y residentes de Quintana Roo, los turistas permanecen su lugar, a diferencia de las personitas que urgen a sus padres levantarse, al ver el ejemplo de los que no respetan la escritura en diversas partes de la nave: No ponerse de pie hasta que el barco deje de estar en movimiento.
Sigo en mi asiento, dejo que la mayoría desaloje los pasillos para luego bajar tranquilamente; aun así, el amontonamiento de la gente es evidente, el movimiento lento, me pregunto: ¿por qué no avanza esta gente? Minutos después tengo mi respuesta, a la entrada de las instalaciones del edificio de la Apiqroo, hay un filtro de seguridad con elementos militares de la V Región Naval, que tiene su sede en Isla Mujeres, uno de ellos está acompañado por el binomio canino, quien olfatea los bultos de todos los que pasan; quizá en busca de droga o de algún otro estupefaciente; paso sin ser olido, no tengo nada que ocultar.
Después de pasar el filtro, en el recinto portuario hay varios ‘jaladores’ turísticos, quienes ofertan sus servicios de guía de turistas, paseos al parque “Garrafòn”, paseos en lanchas, así como el buceo en los arrecifes del Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM), sin faltar el recorrido en la Hacienda del Pirata Mundaca, entre otras bellezas naturales.
Salgo a la ruidosa y transitada avenida Rueda Medina, donde otros turisteros me ofertan viajes especiales la Isla Contoy y visita a la ‘cueva de los tiburones dormidos’. La renta de carritos de golf para recorrer la isla, no pueden faltar; como es buena temporada, una hora de servicio está en 700 pesos, pero hay ‘oferta’, si lo quiere todo el día (a las 5:00 pm debe devolverlo), el precio es de 3 mil 500 pesos.
Prefiero caminar, tengo tiempo, mi cita es a la 1:00 de la tarde, pues el trámite a realizar es en el Palacio Municipal y solo está a dos cuadras del muelle; ahí están todas las dependencias que realizan los cobros de derechos, impuestos y aprovechamiento; algunos federales, otros estatales y los más, son municipales.
El sol y la humedad están a todo lo que da; consulto mi bolsillo y cuento que tengo en monedas unos 15 pesos, pienso, ‘me alcanza para comprar un agua de 500 mililitro’, paso a un super, tomo mi botellita de agua y me formo para pagar en la caja.
Una empleada con uniforme verde y rojo está atareada. Llega mi turno, pasa el producto por el lector del código de barras, para luego decirme:
– Son 25 pesos.
Dejo mis monedas en su lugar y saco un billete de 50 pesos de los ‘viejos’, de esos que tienen la cara de José María Morelos con el pañuelo amarrado en la cabeza y en reverso el acueducto de Morelia, Michoacán. Al dar mi cambio, otras tres monedas se suman a las que ya tengo.
En mi plática con mi yo interior le expreso:
– ¡Qué caro resulta para una persona local venir a Isla Mujeres! Me contesto, un 20-40 por ciento más, es por el pago del peaje del cruce que los proveedores tienen que pagar.
De la avenida Rueda Medina, doy vuelta a la izquierda, sigo derecho y diez minutos antes de la 1:00 pm llego a mi destino; de la botella con agua, me tomé hasta la última gota.
(Autor: Martín G. Iglesias, para AGENCIA SIM)

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