«El arte de rodar la brisa de Cancún»

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Por Arturo Mendoza Mociño /
Pedro Canché Noticias

Cancún, Quintana Roo.- Es holandesa. Pesa 400 toneladas y se yergue a 54 metros de altura.
La Gran Rueda Cancún es una réplica de otras repartidas en 14 ciudades del mundo. No es tan alta como la que hay en Puebla que alcanza una altura de 80 metros, pero René Asís, director general del proyecto, resalta que la de esta ciudad tiene vistas privilegiadas hacia el Mar Caribe y la Laguna Nichupté con un horario privilegiado porque está en operaciones desde las 10 de la mañana hasta la primera hora de la madrugada durante los 365 días del año.
Su nueva sede es el Estacionamiento de Plaza La Isla luego de que se revelara que en su ubicación original, donde se encuentra el Mercado de Artesanías Coral Negro, en el kilómetro 9.5 del Boulevard Kukulkán, se carecía de permisos municipales y federales para operar.
Así que la inversión de Dutch Wheel International de 10 millones de euros y la prometida inauguración, el 14 de febrero de 2017, tuvieron que aplazarse y, literal, desplazarse unos kilómetros más hacia el sur para brindar sus vistas espectaculares con los siguientes precios:

• $99MXN para los residentes de Quintana Roo
• $275MXN turista nacional
• $15USD para los extranjeros

Quien lo desee se puede montar en las 42 góndolas, una de ellas es VIP porque cuenta con una base de cristal para crear la sensación de que quien esté ahí está flotando y desplazándose en el aire. Las góndolas tienen una capacidad para 8 niños o 6 adultos. El recorrido es de cuatro vueltas que duran 20 minutos, más 10 de acceso y descenso.
Se dice que Dutch Wheel International cuenta con la capacidad de desmontarla en 24 horas en caso de huracanes, pero, hasta el momento, no ha enfrentado una emergencia de este tipo aún.
El 16 de marzo de este año comenzó sus operaciones este juego mecánico que aspira a convertirse en uno de los atractivos turísticos más concurridos de la ciudad.

Redonda polémica sin fin

La ambientalista Aracely Domínguez Rodríguez, presidenta del Grupo Ecologista del Mayab (GEMA), unió fuerzas con la pionera Tiziana Roma, asociaciones civiles, empresarios, Comisión de Imagen Urbana y ciudadanía en general, porque estaban en total desacuerdo con la instalación de la estructura en Punta Cancún.
Lo consideraron un “ícono de la impunidad y la ilegalidad” de Cancún porque carecía de estudios y permisos municipales y federales.
Cynthia Dehesa Guzmán, directora general de la Asociación Ciudadanos por la Transparencia, también formó parte de la coalición de organizaciones civiles que demandaron claridad en la edificación de la Gran Rueda.
La petición de información jamás fue respondida aunque después se supo que la estructura ya fue retirada y almacenada por la empresa Torresbaca Tecnogrúas S.A. de C.V.
Queda, para registro de aquella estrategia de ocultamiento, las palabras de Javier Zubirán Padilla, secretario de Ecología y Desarrollo Urbano del gobierno municipal, quien dijo que la edificación de la rueda de la fortuna del kilómetro 9.5 de la zona hotelera, no era una construcción como tal, pues era un caso especial.
“Es un caso especial, no es una construcción común y corriente, realmente las ruedas de la fortuna en todo el mundo son estructuras que se empotran al inmueble, no son permanentes, son temporalmente, entonces lo que se hace es que se ponen en puntos que son muy concurridos peatonalmente y (para poder operar) se saca como un permiso de feria, como cualquier otra feria que se empotra en un terreno o en un inmueble y ese es el permiso que se va a extender y ahí ya no entraría Desarrollo Urbano como tal, sino entraría otra dirección”.

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