Cárteles

Se dispara la informalidad, y los carteles, en Cancún

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Cancún.- Si bien la presencia de carteles de todo tipo han sido una constante en las calles de esta ciudad, ahora con el desempleo generado por la pandemia del COVID-19, este fenómeno se ha recrudecido, y ya no hay poste, reja o caseta de la que no cuelguen anuncios de todo tipo.

Ciudadanos en busca de ingresos han comenzado a ofrecer toda clase de productos y servicios, principalmente alimentos, pero también fletes, reparaciones, renta de casas, departamentos locales o habitaciones, por solo mencionar algunos rubros.
Una situación similar ocurre en las redes sociales, en donde también abundan las ofertas de toda clase, por quienes se encuentran sin fuente de ingresos y que tratan de sobrevivir de la manera que sea.

Los poderosos carteles de la droga, el talón de Aquiles de Andrés Manuel López Obrador

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Ricardo Ravelo

A nueve meses de que Andrés Manuel López Obrador tomó posesión como presidente de México, el escenario del país en materia de seguridad es totalmente adverso: gobierna con el 80 por ciento de las presidencias municipales controladas por el narcotráfico, con una policía al servicio del crimen, quince cárteles en expansión –con amplias ramificaciones violentas que trastocan la gobernabilidad en varios estados — y luchas a sangre y fuego por el control territorial.

​No es todo: En los últimos diez años, la dinámica de los cárteles de la droga ha cambiado y se han convertido en verdaderas empresas del crimen con una veintena de actividades criminales –independientes del tráfico de enervantes –y su estructura también presenta modificaciones: ahora los cárteles se han fraccionado en células poderosas y violentas cuyos ramajes están enlazados con otros grupos criminales activos en todo el continente.

​Después de la guerra fallida implementada por Felipe Calderón y la corrupción desastrosa que prohijó el gobierno de Enrique Peña Nieto, el crimen lejos de ser combatido se extendió a lo largo y ancho del país e incluso se internacionalizó: muchos cárteles ahora operan en Argentina, Uruguay, Brasil , Chile, Costa Rica y Guatemala.
​E incluso cuentan con amplios ramajes en Europa, particularmente en España, Italia y Reino Unido, desde donde operan el tráfico de drogas hacia los mercados de Asia y África, por citar sólo esos continentes.
Un ejemplo de la expansión y de que la guerra contra el narcotráfico no ha dado resultados es la expansión del cártel de Sinaloa, el grupo criminal más boyante del mundo, de acuerdo con la Drug Enforcement Administration (DEA).

Tras la captura de su líder, Joaquín Guzmán Loera –sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos –, dicha organización criminal se dividió en cuatro frentes y cambió sus operaciones: ahora es más dinámica, menos visible y ejerce un mayor control territorial en el país.
De igual forma, su poderío está mejor cimentado con las
alianzas que ha tejido con los cárteles del Golfo, La Familia Michoacana, entre otros grupos criminales poderosos.
​Del año 2000 a la fecha, la dinámica del narcotráfico ha variado en todo el país: un dato que sobresale es que ahora los cárteles gobiernan a través de sus aliados buena parte de los municipios del país, por lo que sus cotos de poder son amplios y no menos poderosos.​

​De acuerdo con informes de la DEA y de la Fiscalía General de la República (PGR), más de la mitad del territorio nacional está controlado por catorce cárteles, en su mayoría violentos, que están relacionados con altos mandos de las policías estatales y municipales –las más contaminadas del país –y cuyos efectivos fungen como sicarios, halcones o protectores de redes de secuestradores o narcomenudistas.
​Esos mismos informes establecen, además, que el estado de Tamaulipas –donde dos exgobernadores (Tomás Yarrington y Eugenio Hernández) están presos por brindar protección al narcotráfico durante sus respectivos gobiernos –es la entidad con mayor número de grupos criminales asociados.

​Y enseguida se enumeran algunos de los más peligrosos que operan en esa entidad: Grupo Operación Zeta, Fuerza Especial Zeta, Metros, Rojos, Dragones, Ciclones, Fresitas, Pelones, Talibanes, entre otros, que han arrebatado el monopolio de la violencia a los cárteles hegemónicos — Los Zetas y al Cártel del Golfo –cuyas redes se extendieron por años en toda la entidad y aún operan en el corredor Tamaulipas-Nuevo León-Coahuila, uno de los más sangrientos.

Ya desde los tiempos de Tomás Yarrington y Eugenio Hernández –dos de los exgobernadores priistas con escandalosas historias de riqueza, poder, impunidad y ligas con el narcotráfico– el crimen organizado tenía amplios dominios en la vida política, social y empresarial, pero en la actualidad el crimen organizado es amo y señor de las cárceles y controlan el tráfico de todo tipo de sustancias que cruzan a Estados Unidos con el apoyo de la policía del estado.
​En Tamaulipas este escenario de total control criminal minimizó la figura del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, cuyo gobierno ha resultado un fracaso por sus fallas y desatinos en el combate al narcotráfico. Durante su mandato, las redes del delito se han incrementado, imparable la violencia que azota a todo el territorio.

​Tanto de día como de noche –y este es un verdadero escenario de guerra –la metralla no cesa en diversos municipios, los más sangrientos, los que se ubican en el límite fronterizo con Estados Unidos: Miguel Alemán, Camargo, Ciudad Mier, entre otros, donde las balaceras ya son parte de la realidad cotidiana.
​Los informes oficiales señalan también que después de Tamaulipas en la lista de territorios incendiados por la criminalidad le siguen Chihuahua y Guerrero, con seis bandas locales cada uno. Sin embargo, un informe del Cisen titulado Presencia de la Delincuencia Organizada en Guerrero, elaborado en 2011, señalaba entonces que en Guerrero operaban 300 organizaciones criminales y cuyas cabezas son personajes que tenían (o tienen) líneas de parentesco con autoridades estatales y municipales.

​ En sus partes medulares, el informe sostiene que la crisis se inseguridad se agudizó por las disputas y enfrentamientos armados entre los cárteles del Golfo, Pacífico, La Familia Michoacana, Los Zetas y la Organización Beltrán Leyva.
​Poco después, los decibeles de la guerra aumentaron cuando a la confrontación por el territorio se sumaron dos de los cárteles más violentos: Guerreros Unidos y Los Rojos, los que convirtieron al estado de Guerrero en un territorio de muerte, el cementerio de la impunidad.
​El informe incluye algunos datos históricos que explican la imparable violencia en ese estado: sostiene, por ejemplo, que en 2008 los Beltrán Leyva abrieron fuego por el control territorial –uno de los más codiciados porque se ubica en la ruta del Pacífico –al enfrentarse a los hombres del cártel del Golfo y de Los Zetas, por aquel tiempo todavía aliados.

​Tras la muerte de Arturo Beltrán, en 2009, durante un enfrentamiento con marinos en su condominio de Cuernavaca, Morelos, el grupo de sicarios conocido como Los Pelones continuaron al servicio de Héctor Beltrán, El H, quien se enfrentó a Édgar Valdez Villarreal, La Barbie –detenido en México debido a un percance de tránsito — quien posteriormente fue extraditado a Estados Unidos. Desde el pasado 11 de junio purga una condena de 49 años de prisión y debe pagar 192 millones de dólares.
​Pero cuando los hermanos Beltrán se vieron mermados en Guerrero sobrevino una avalancha de células criminales. Surgieron Los Rojos y el Cártel de la Sierra, ambos ligados a lo que resta del cártel de Los Beltrán, quienes están confrontados con La Familia Michoacana, grupo criminal que sobrevive.

​La caída y extradición de La Barbie no dejó vacío el territorio. En su lugar se afincó el grupo Cida, uno de los más violentos. Esta organización enfrentó una guerra interna y se dividió. Así surgieron dos grupos: uno encabezado por Carlos Antonio Barragán, El Melón, Benjamín Flores Reyes, llamado El Padrino (capturado por agentes en 2010) y Moisés Montero, El Coreano, quien fue identificado como expolicía ministerial tras su detención en 2011.
​El segundo grupo se le conoce como La Barredora y lo encabezan Cristán Tarín, El Cris y Eder Yair Sosa, El Cremas. Estas dos células, de acuerdo con el informe oficial, se aliaron al cártel de Sinaloa.

​Dicha alianza tiene razones de peso: El Cris, según los reportes policiacos, es hijo de Arturo González Hernández, El Chaky, quien fuera lugarteniente de Amado y Vicente Carrillo Fuentes en la Comarca Lagunera, que abarca los estados de Coahuila y Durango, respectivamente, una zona con una alta incidencia delictiva.
​De acuerdo con su ficha criminal, González Hernández operó por varios años en la Comarca Lagunera, siempre al servicio de Vicente Carrillo; luego fue detenido y recientemente fue puesto en libertad. Actualmente opera en la zona conurbada Torreón, Coahuila-Gómez Palacio, Durango, considerado un territorio de muerte.

​El diagnóstico del Cisen señala que en la región centro de Guerrero, particularmente en los municipios de Chilpancingo y Chilapa de Álvarez, opera el cártel de la Sierra y lo encabezan José Nava Romero y Natividad Figueroa Ávila. Las autoridades los relacionan con los hermanos Beltrán Leyva, quienes los habrían metido al negocio del narcotráfico.
​Y en la ciudad de Chilapa, de acuerdo con el informe referido, opera Zenen Nava Sánchez, conocido en el mundo del hampa como El Chaparro, quien tiene el control de buena parte del tráfico de drogas en esa zona y vive al amparo del poder político. Tiene el monopolio de la violencia, pues se le atribuye la ola de ejecuciones y desapariciones ocurridas en los últimos cinco años.
​No es todo: En el municipio de Quechualtenango están afincados Los Ardillos, otro de los cárteles violentos del país. Este cártel lo lideró hasta su muerte Celso Ortega. Después tomó el mando Bernardo Ortega –su hijo –quien fue diputado local del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

​Después de la guerra fallida de Felipe Calderón y los desatinos en materia de seguridad evidentes en el gobierno de Enrique Peña Nieto, los cárteles mexicanos se han fortalecido y hasta han tenido tiempo de reorganizarse.
​A pesar de que el presidente López Obrador aceleró la puesta en marcha de los programas sociales –él asegura que se deben atacar las causas y no actuar con represión para combatir al crimen organizado –y echó a andar a la Guardia Nacional –el crimen organizado sigue en ascenso, generando violencia e inestabilidad.

​Es el caso del cártel de Sinaloa: tras la caída de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, el cártel entró en una disputa interna, al parecer ya zanjada. Y ahora ese grupo criminal se dividió en cuatro frentes: Los hijos de El Chapo –Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán — encabezan un bloque; otro lo opera Aureliano Guzmán, hermano de Guzmán Lolera, quien se enfrentó con sus sobrinos por el liderazgo de la organización hasta que tomó su parte.
​De acuerdo con el informe Evaluación Nacional de Amenaza de Drogas, dado a conocer por la DEA, Rafael Caro Quintero estaría al frente de otra pieza del cártel de Sinaloa y con ello, se dijo tras su liberación hace cinco años, habría retomado el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. Y una cuarta posición –para muchos la más importante –es la que mantiene Ismael El Mayo Zambada, quien se ha mantenido más de cinco décadas en el negocio del narcotráfico sin ser detenido ni molestado.
​Empleado de una mueblería en Culiacán antes de engancharse en el narco, Zambada es tan viejo en el negocio del narcotráfico como Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, el mejor negociador que ha tenido el crimen organizado. Se asegura que Esparragoza murió hace tres años, presuntamente debido a un infarto, pero las autoridades federales nunca confirmaron su muerte. Hábil en el arte de la mentira, El Azul pasó a formar parte del misterio, igual que Amado Carrillo, pues de ambos se afirma que no están muertos:

​Del primero se ha dicho que se autodesapareció, mientras que de El Señor de los Cielos se dice que opera en Rusia y que su muerte pudo ser parte de un acuerdo con el gobierno federal. Lo que sí fue un hecho es que antes de morir –presuntamente –Carrillo Fuentes entabló negociaciones con el gobierno federal.
​De acuerdo con los informes oficiales, el cártel que más creció durante los dos últimos sexenios fue el de Jalisco Nueva Generación, encabezado por Nemesio Oseguera. Actualmente tiene presencia en doce entidades federativas y su principal feudo es Jalisco.

​La lista que organizaciones que se mantienen de pie y que sobrevivieron a la guerra de Felipe Calderón es larga; muchos de estos grupos han sobrevivido mediante la alianza y han extendido sus redes hacia Centro y Sudamérica. Es el caso del cártel de Tijuana, actualmente encabezado por Enedina Arellano Félix, La Jefa, quien controla toda la estructura financiera del cártel.
​En 2014 se pensaba que Fernando Sánchez Arellano –hijo de Enedina –sería el heredero del narcoimperio construido por sus tíos Ramón y Benjamín Arellano, pero ese año fue detenido mientras veía un partido de fútbol entre México y Brasil.

​Tras el vacío que dejó su captura, el cártel de Jalisco irrumpió con fuerza en Baja California. Lo hizo colocando narcomantas mediante las cuales anunció su aparición y también por medio de la violencia.
​Sin embargo, para la DEA la jefa del cártel de Tijuana es Enedina Arellano, impune hasta la fecha. En el año 2002 fue sancionada por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, al ser incluida en la lista de líderes de organizaciones criminales y prohibir hacer negocios con ella. Por ello, sus cuentas fueron congeladas y varias empresas suspendieron sus actividades, al menos por un tiempo.
​En julio de 2015, la revista Time se ocupó de su perfil. Al describir su forma de ser, la prestigiada publicación indicó que “es menos asidua a las fiestas, sin conducta de asesino sádico (a diferencia) de sus hermanos” y en ella se destaca “un perfil de negocios que pudiera ser la clave de su éxito”.​
​El texto de Time refiere una cita de Mike Vigil, exjefe de Operaciones Internacionales de la DEA, quien al referirse a Enedina Arellano dijo que ayudó a reducir la violencia al traer de vuelta el esquema tradicional de traficar drogas de México hacia Estados Unidos.

​Explicó: “Ella no está interesada en provocar guerras, como sus hermanos lo hicieron en sus tiempos. (Ella) realiza alianzas y genera dinero. Su belleza quizá la ayudó a realizar pactos con poderosos narcotraficantes, como Joaquín El Chapo Guzmán”.
​Tras su arribo al poder 1 de diciembre de 2018, Andrés Manuel López Obrador encontró un escenario nacional plagado de criminalidad y violencia generada por quince cárteles bien cimentados en todo el territorio.
​De acuerdo con los informes tanto de la DEA como de la PGR, dichas organizaciones criminales son las siguientes: los cárteles del “Golfo” y “Zetas”; “Tijuana”, “Juárez”, “Sinaloa”, “Cártel de Jalisco Nueva Generación”, Cártel de “Los Rojos”, “Guerreros Unidos”, “Los Ardillos” y “El Cártel de la Sierra”; organización “Beltrán Leyva”, familia “Díaz Parada” (traficantes de marihuana en Oaxaca), Los hermanos “Valencia”, “La Familia Michoacana”, “Los Caballeros Templarios”.
​De todas estas organizaciones derivan decenas de ramificaciones que, por separado, controlan amplias extensiones de territorios y han establecido alianzas –políticas y criminales –con autoridades municipales y estatales para mantenerse impunes y en constante expansión.
​Estos cárteles ya no operan únicamente el tráfico de drogas, pues han diversificado sus actividades y las autoridades estadunidenses las describen como “más violentas y sanguinarias”, lo que explica el alto nivel de asesinatos, desapariciones y descuartizamientos que ocurren por todas partes.

​Su poder se extiende a todo el territorio nacional, pero ahora tienen alianzas, al parecer bastante sólidas, con organizaciones de Colombia, Panamá, Costa Rica y Guatemala.
​En suma, el narco mexicano ya es internacional y por ello difícil de erradicar. De ahí que a López Obrador parece no quedarle otra salida más que la negociación con el crimen organizado, pues el Estado mexicano carece de estrategia y no tiene instrumentos de combate.
​De hecho, el gobierno de López Obrador ya empezó a negociar con el crimen organizado y grupos armados de Guerrero, Michoacán y Tamaulipas, de acuerdo con una declaración que la semana pasada hizo la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero. Sin embargo, el presidente López Obrador desmintió a Sánchez Cordero y dijo que su gobierno no negocie ni pacta con criminales.
​“El Estado tiene la responsabilidad de garantizar la tranquilidad del país”, dijo el presidente.

​Sin embargo, el territorio sigue violentado por el crimen organizado, pues López Obrador no quiere usar la represión como vía para enfrentar a los cárteles: su política se basa, dice, en atender las causas que originan la criminalidad, pero pese a la puesta en marcha de los programas sociales –una medida que según el frenará la violencia –el país sigue incendiado por la violencia criminal.

Ponen fotos de ladrones buscados en patrullas de Cancún

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La imagen de dos sujetos supuestamente dedicados al robo de relojes de marca Rolex adorna desde hoy los costados de varias patrullas de la Policía Municipal, al arrancar una campaña por su búsqueda.

Los dos sujetos serían los que a punta de pistola atracaron a un comensal afuera del restaurante Rolandi’s, en Cumbres, y que han perpetrado este tipo de atraco en diversos puntos de la ciudad.

“¿Lo reconoces? ¡Denuncia!”, señalan los carteles con la imagen de los presuntos delincuentes, acompañado de los logos de la corporación policiaca y la línea para denuncias anónimas 089.

Los 6 carteles del crimen organizado y 80 células delictivas que heredará AMLO

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El gobierno entrante 1 de diciembre tendrá en sus manos un país con la existencia de seis cárteles y más de 80 células delictivas que están presentes en las 32 entidades. Desde la producción, trasiego y venta de drogas, secuestro, extorsión, robo de vehículos, de transporte, robo de combustible, además del incremento de homicidios, el nuevo gobierno tendrá los niveles más altos de violencia e inseguridad en la historia reciente de México, lo anterior, dado por la presencia de grupos criminales que en los sexenios del Partido Acción Nacional y Partido Revolucionario Institucional no pudieron desintegrar.

El nuevo mapa del crimen organizado que se ha conformado en este sexenio, reafirma las actividades de cárteles y grupos del crimen organizado en la Ciudad de México, a pesar de que autoridades locales y federales han negado su presencia durante los últimos años. Según las secretarías de Gobernación, Defensa Nacional, Procuraduría General de la República, y de la Policía Federal, dos organizaciones son las que tienen el control en el país.

El Cártel de Jalisco Nueva Generación, dirigido por Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, y Jorge Luis Mendoza Cárdenas, La Garra”, es el grupo criminal con mayor presencia en el país, al tener bajo su control o disputarse el territorio en 25 de los 32 estados.

Este grupo, el cual tiene sus orígenes en el cártel de Los Valencia, se ha colocado como una de las principales narcotraficantes a nivel nacional e internacional y de huachicol, considerado por el gobierno federal como el nuevo negocio de cárteles y organizaciones criminales en el país.

El surgimiento de los grupos de autodefensa, conformado por organizaciones criminales en Michoacán, permitió al CJNG posicionarse, y después separarse del grupo de Sinaloa, para el cual operó a través de Los Mata Zetas.

Los únicos estados donde no tiene presencia son: Campeche, Chihuahua, Durango, Nuevo León, Sinaloa y Tamaulipas.

La segunda organización con más poder en México es el Cártel del Pacífico, el cual, después de la detención y extradición de Joaquín El Chapo Guzmán, es dirigido por Ismael Zambada García, El Mayo; Rafael Caro Quintero; Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, estos últimos dos, hijos de El Chapo, así como Aureliano Guzmán Loera, El Guano, hermano de Guzmán Loera. Este grupo realiza operaciones ilícitas en 17 entidades del país.

Autoridades consultadas, señalaron que este grupo puede presentar una escisión a partir del juicio que se está llevando en contra de El Chapo en una corte de Nueva York. Además, se encuentra una alianza encabezada por El Mayo, con el Cártel Nueva Plaza, dirigido por Carlos Enrique Sánchez Martínez, El Cholo, el cual se separó del CJNG luego del asesinato del colombiano Marcos Hernández o Alejandro Ruano, El Kartón.
Con información de: Excélsior l

 

«Pruebas» de la penetración de los cárteles en la vida económica de Quintana Roo, revela columnista

Chetumal, Quintana Roo.- El poder de las mafias locales y la penetración que han logrado en la política y la economía del estado de Quintana Roo pueden trabar por largo tiempo el proceso de desarrollo del estado. así lo revela hoy en su columna el exdirector del diario El Universal, Roberto Rock.

El reconocido periodista y director del sitio Web «La Silla Rota», Roberto Rock señala en su columna Expediente publicada en el diario El Universal que hay «reportes y registros fotográficos que dan cuenta de la penetración lograda por cárteles de la droga en el corredor Cancún-Playa del Carmen, en Quintana Roo», en el que participan políticos municipales, empresarios ligados al sector inmobiliario e incluso a directivos de medios de comunicación frecuentando domicilios de narcotraficantes en la zona.

La información del exdirector de El Universal sugiere que grandes cantidades de dinero han sido «blanqueados» y que aparecen en esos reportes como base para el desarrollo de hoteles, centros comerciales y zonas residenciales.

El columnista asegura que el grupo criminal llamado «Los Pelones» usan a la policía militar para resguardar el trasiego de drogas y otras operaciones.

Como parte del combate a estas prácticas, el gobierno de Carlos Joaquín ha puesto en marcha un mando único bajo control estatal del secretario de Seguridad Publica, Alberto Capella, quien cuenta con el respaldo de la Marina.

Gran parte de esta descomposición, escribe el periodista, se debe a que «el anterior gobierno, que encabezó el priísta Roberto Borge, decidió virtualmente extinguir a la policía estatal, lo que puso el sistema de seguridad de la entidad en manos de las corporaciones municipales, las más expuestas a la cooptación por parte del crimen».

También se señala en la columna periodística que durante la administración de Borge Angulo, «los escasos esfuerzos de seguridad estatal se concentraron casi exclusivamente en la capital, Chetumal, lo que mandó la señal de que el resto del estado podía pudrirse, incluso la zona Cancún-Playa del Carmen. Los reportes disponibles revelan que de los pocos policías estatales que ahora patrullan la zona, en su mayor parte son originarios de Chetumal».

El golpe que alborotó el avispero y que se dejó ver tras la postulación de Pérez Abarca como Secretario de Seguridad Pública municipal de Bento Juárez y el paro de labores de varios policías que se oponían a ello es un indicio de como las cosas están en Quintana Roo.

Roberto Rock revela que la noche del martes 6, «una reunión de mandos locales, federales y militares sopesó el escenario de sustituir a toda la policía municipal, pero en la madrugada del miércoles los
paristas —alertados por una filtración sobre lo acordado horas antes— depusieron su protesta».

Ese mismo miércoles la alcaldesa Lezama anunció que suscribió el mando único para contar con una estrategia integral ante el crimen.

Al final, existe un proceso de investigaciones judiciales a una treintena de mandos y efectivos de la policía municipal de Cancún. «En las pesquisas ha
sido incluido al menos un regidor del nuevo gobierno municipal», señaló el columnista.

Guerra por el control de las plazas de Quintana Roo. Cárteles en busca del poder. Los municipios del norte atrapados

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Por Abraham Gorostieta

Para los servicios de inteligencia mexicanos hay una guerra de baja intensidad entre los cárteles de droga que se pelean las plazas en Quintana Roo. Diversos estudios ubican que el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), Los Rojos de Guerrero, y La Barredora, del Cártel de Sinaloa, son los tres grupos que tienen mayor fuerza y penetración en el estado.
Los tres han emprendido una guerra por el control de los municipios de Tulum, Bacalar, Isla Mujeres, Solidaridad, Puerto Morelos y Benito Juárez.
Para Eduardo Guerrero, especialista en temas de seguridad y en delincuencia organizada, esto explica las centenas de ejecuciones en el estado.
En el sexenio de Roberto Borge los grupos delincuenciales que crecieron y controlaban el territorio eran dos: Uno, “Los Combos”, un grupo muy violento y reaccionario que en sus filas había exagentes policíacos, exmiembros del Cártel del Golfo, los Pelones, y los Zetas. Y dos, “Cártel de Cancún” que era liderado por Leticia Rodríguez Lara, o “Doña Lety” exagente de la Policía Federal.

“Doña Lety” era la mandamás en el estado. Controlaba la distribución de droga no solo en Cancún, Puerto Morelos y Solidaridad, sino que llegaba a las zonas de Xel-Há e Isla Mujeres. Tras su detención, estás plazas son disputadas, siendo el CJNG el que mayor poder tiene. A este cártel los servicios de inteligencia lo ubican también en el negocio de la extorsión, secuestro, tráfico de armas y trata de blancas.

Sin encontrar rival en la zona, y con el Cártel de Cancún debilitado, el Cártel Jalisco Nuega Generación tiene presencia en los municipios del Cozumel, Bacalar, Isla Mujeres, Solidaridad, Tulum, Puerto Morelos y Benito Juárez.
Sin embargo, el grupo “Los Rojos de Guerrero” tratan también de quedarse con el control de las plazas y a esto hay que sumar a otro grupo llamado “La Barredora”, cuyos miembros son del Cártel de Sinaloa, o de “El Chapo”.
Está guerra ha dejado la cifra de 501 muertos en Cancún, tan sólo de los años 2017 y 2018. En Solidaridad la cifra en los mismos años es de 89, en Puerto Morelos es de 67. En Isla Mujeres y Tulum no hay cifras oficiales. Tampoco en Cozumel.

La guerra entre cárteles toca frecuentemente la política. En Isla mujeres el edil Juan Carrillo ha sido amenazado a través de una narcomanta en los pasados meses antes de la elección. El mensaje también iba dirigido al jefe de la policía de la isla, Luis Ongay, y en resumen pedían el despido de un mando policíaco porque “trabajaba” para los Zetas.
Cuatro días después otra narco manta contenía el mismo mensaje tanto Juan Carrillo y a Ongay. Ambos mensajes estaban firmados por “La Barredora”.
Isla Mujeres actualmente se encuentra atrapada en una guerra entre cárteles.